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En la Actualidad:

hasta la primera mitad del siglo XX, la sociedad norteamericana y europea sufría y moría principalmente a causa de enfermedades infecciosas, producto de la acción de agentes patógenos bacterianos o víricos, y trastornos derivados de la malnutrición, a partir del siglo XIX, por el contrario, y especialmente a lo largo del siglo XX, este tipo de enfermedades comienzan a descender, gracias al desarrollo de tratamientos progresivamente más eficaces, de índole tanto farmacológica como quirúrgica y al avance de medidas preventivas como la promoción de la higiene personal, la mejora de la nutrición, la cloración de las aguas públicas, el tratamiento de las aguas residuales, etc.
Durante miles de años, la enfermedad se ha entendido como el resultado de la invasión del organismo humano por parte de agentes externos, bien fueran éstos la acción de los dioses, el resultado de la posesión del organismo por espíritus malignos o, más recientemente, la invasión de microorganismos. Esta visión “ambientalista” de la enfermedad cobró fuerza especialmente gracias a la aparición del microscopio y a los avances en la ciencia médica durante los siglos XVIII y XIX, con el descubrimiento de los microorganismos como causantes de ciertos trastornos, el desarrollo de la cirugía y la construcción y mejora de la reputación de los hospitales.

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